domingo, 26 de enero de 2014




Asi la Municipalidad de Villa Gesell avala los desagües al mar de agua de lluvia.

Las maquinas de la Municipalidad al servicio de quien?????????
Desagotando agua de lluvia al mar y perjudicando la infiltración hacia la napa.



Desagotando agua de lluvia al mar y perjudicando la infiltración hacia la napa.
Esto ocurrio el 21 y  22 de Enero de 2014 en 148 y playa. Es el estacionamiento del balneario Mahori. La municipalidad "ausente" (aunque facilito las maquinas). El director de medio ambiente "ausente"
Hasta hace unos años, desde aquí se veía el mar. Bandadas de aves anidaban cerca de la orilla, entre las dunas. Resultaba enormemente placentero verlas en esa parte encharcada de la playa, jubilosas, capturando insectos como de adentro de un espejo.

Era uno de esos lugares adonde se iba a descubrir estrellas y a contemplar la luna llena saliendo del océano. Después, los hoteles se instalaron sobre la arena, lo que había estado prohibido hasta aquella medianoche en que el intendente y unos concejales dejaron de tener fe en esa limitación. La costa, desfigurada por la presión inmobiliaria, es ahora la senda por donde pasan cuatriciclos en ráfagas ruidosas para perderse entre los médanos, como buscando algo que nunca aparece. Aquella atmósfera de encanto fue reemplazada por construcciones grandilocuentes que contribuyeron a destruir su carácter y a expandir una luz venenosa, más propia de una autopista o de una fábrica. Es el progreso, dicen.

El verdadero progreso

Por Luis Castelli






No diré a qué lugar corresponde esta descripción. Vale para muchos, demasiados. Pues esta patología se expande entre un número creciente de bellísimos sitios que carecen de una planificación orientada a resguardar de manera adecuada sus valores esenciales. Aunque la gente que allí habita está hondamente marcada por las características del medio, es usual que surjan proyectos de infraestructura que ignoren y hasta promuevan valores sin relación con la comunidad ni con el espacio que la rodea. Se trata, por lo general, de propuestas ideadas por personas que no viven ni vivirán allí, pero que aseguran que no es posible detener el progreso, que es irremediable. Están allí para hacer un negocio, no para fortalecer la emoción estética que el sitio genera. El progreso -según entienden- puede exigir resignarse a perder algo indispensable. Es la creencia en el "mal necesario", a la que se agrega algo particularmente destructivo: quienes tienen a su cargo la administración del área suelen percibir sólo las ventajas y no los riesgos de incentivar emprendimientos agresivos con el entorno. Parece la abolición de cualquier integración de los proyectos individuales en un programa colectivo.


¿Podríamos llamar "progreso" a aquello que se consigue a costa de los valores de una comunidad y su calidad de vida? El progreso conduce a una mejora en el bienestar, pero su esencia excede al despliegue de infraestructura, la generación de fuentes de trabajo para la mano de obra ociosa o cualquier respuesta coyuntural que busque paliar una crisis. Tampoco debe confundirse el progreso con la rentabilidad. El verdadero progreso contempla la defensa de los valores que cada comunidad ha elaborado en armonía con su hábitat.

Una de las causas que desencadenaron tantos conflictos ambientales se relacionan con la idea de que el mero cumplimiento de las normas -a menudo escasas en materia de planificación- garantiza la legitimidad de un proyecto. Porque éste, además, debe recibir la escurridiza aprobación de la comunidad local, esa licencia social que les otorga legitimidad. La indiferencia hacia estos aspectos ha sido causa de numerosos e importantes conflictos. Y lo seguirá siendo en el futuro. Subestimar problemas de esta naturaleza no es sino el resultado de un pensamiento que no sabe más que moverse por intereses puramente circunstanciales que pretenden sólo ganancias inmediatas.


Entre las razones de estos conflictos se encuentra la ausencia de una planificación que permita establecer cómo quiere la comunidad disponer de su territorio: en qué lugar quisiera qué. La planificación estratégica brinda el marco para el desarrollo de un territorio (sea éste una provincia, un municipio, una región), estableciendo las metas que guiarán la forma de conseguir el progreso buscado. Esas metas, discutidas de modo participativo con todos los sectores de la sociedad, permiten preservar el carácter del sitio y hace que los ciudadanos canalicen sus preocupaciones y sugerencias en forma inteligente a través de un proceso edificante, que fortalece la tan debilitada cultura cívica y, al mismo tiempo, limita la posibilidad de adoptar decisiones con fundamento en urgencias coyunturales que pudieran impactar de manera irreversible en el carácter y los valores locales.

Resulta inadmisible que aquello que la comunidad valora y busca legítimamente proteger pueda desmantelarse mediante una decisión inadecuada. La belleza de esos espacios responde a la relación entre las características naturales y un conjunto de valores -históricos, culturales, etcétera- forjados a través del tiempo con esfuerzo y gracias, seguramente, a mucho talento. "Bello es lo que el tiempo no hace vulgar", decía Juan Ramón Jiménez. Sin embargo, para destruir esa belleza basta a veces el acuerdo entre unos pocos interesados. La única garantía para que esto no ocurra es contar con una planificación adecuada que refleje los valores y la voluntad de la comunidad.

Konrad Lorenz, etólogo distinguido con un Premio Nobel en 1973, solía destacar que entre quienes deben decidir si se construirá una calle, una usina o una fábrica que destruirá para siempre la belleza de todo un amplio paisaje, las consideraciones estéticas no juegan papel alguno. Parecería que, desde el intendente de una pequeña comunidad hasta el ministro de Economía de un gran Estado, existe una total unanimidad de criterio en cuanto a que la belleza natural no merece sacrificio alguno de orden económico ni político. Por eso, cuando no se cuenta con una planificación adecuada, es necesario que la ciudadanía se involucre activamente ante cada caso que pudiera poner en riesgo el carácter de un lugar. Es el sentido de porvenir lo que impulsa ese accionar, a menudo colmado de adversidades: de allí que no exista fuerza más grande que la oposición de una comunidad a una propuesta que atenta contra sus valores esenciales. Y en esas circunstancias, las autoridades y los intereses que buscan doblegar semejante fuerza saben, en lo más profundo, que están haciendo algo ilegítimo.

No es imprescindible involucrarse y participar porque un sitio sea bello: hay que hacerlo para que siga siéndolo. Quizá deberíamos comenzar a comprender que el progreso se alcanza solamente cuando todo nuestro patrimonio, natural o cultural, permanece a resguardo y no sucumbe a intereses económicos o lealtades políticas. Plantearse con anticipación y de modo integral hacia dónde se desea crecer probablemente constituya una mejora para que el verdadero progreso se torne realidad. Tal vez así puedan evitarse los profundos desencantos que generan los proyectos sustentados en la engañosa identificación del progreso con un mal necesario o inevitable.

El autor es director ejecutivo de la fundación Naturaleza para el Futuro





jueves, 23 de enero de 2014

SE LOGRÓ REGIONALIZAR LA DEFENSA
DEL MEDIO AMBIENTE COSTERO

El sábado 25 de septiembre con la participación de más de cien vecinos, de veinticinco organizaciones y quince localidades, se realizó la Primera Asamblea Regional en Defensa del Medio Ambiente Costero que debatió por unas seis horas, haciendo un recorrido por la temática que preocupa a las localidades de la costa desde Punta Rasa hasta Pehuen-Có: basurales, robo de arena, pesca con redes de arrastre, leyes de protección ambiental, antenas, etc. etc.
La Asamblea Regional se realizó en Villa Gesell, en la Asociación vecinal del Sur y en un ambiente cargado de alegría por el primer encuentro específico de toda la costa bonaerense.
Se decidió comenzar a trabajar juntos en forma articulada, coordinar esfuerzos e intercambiar información que podría ser de utilidad en los distintos conflictos. Finalizó con el compromiso de realizar una segunda Asamblea Regional en Pinamar el 30 de octubre y una tercera en Mar del Plata en noviembre.
Asamblea Ciudadana de Villa Gesell
En defensa del médano costero

Organizaciones que participaron:
Alamar
ANA
APROA
Arte en el mar
AsambleaCiudadanaVillaGesell
Asoc. Civil Refugio. Amigos de la R. Pehuenco-Mte. Hermoso
Asoc. Habitat mas vida
Asoc. Vecinal del sur
Centro Cultural Mar Azul
Centro cultural Sta Teresita
Conicet Mar del Plata
Conserva tu playa
Ctro de estudios humanista
La comunidad para el desarrollo humano
MEDA
Mesa Redonda
Mov. Humanista
Nuevo encuentro
Parlamento Aymará
Planeta La Costa
Procostas
Proyecto Sur
Red ambiental Querandi
Reserva Puerto Mar del Plata
Union Aymara Rep. Arg.
Univ. MDP
Gessell
Gessell
Gessell
Gessell

Polémico proyecto hotelero en Villa Gesell

‘Mandalay’ en las arenas movedizas

El Municipio de la ciudad de Villa Gesell autorizó la instalación de un mega emprendimiento hotelero denominado “Mandalay” sobre los últimos médanos vírgenes de la costa bonaerense. El complejo, que apunta a brindar “el mayor confort para un público exigente”, incluye cocheras subterráneas y dos piletas de natación. Si bien el Gobierno Municipal asegura que las obras “cumplen con las normas vigentes”, la Asamblea Ciudadana de Gesell comprobó que no cuentan con el debido Estudio de Impacto Ambiental. Un controvertido proyecto resistido por numerosos vecinos y organizaciones que se movilizan en defensa del ecosistema costero.
por Florencia Yanniello

(TV) Las dunas son acumulaciones de arena generadas por la acción del viento y representan una parte esencial del ecosistema de la costa, actúan como barreras naturales que protegen al continente de las tormentas y de la entrada de agua salada, además de ser los últimos espacios verdes vírgenes de la zona. Hace poco  más de un mes, la Municipalidad de Villa Gesell autorizó un movimiento de arena de 400 metros de las Dunas Costeras, en la zona de barrio norte, 310 y la playa, para la realización de un mega emprendimiento inmobiliario denominado “Mandalay”. El proyecto se compone de 168 residencias de 1 y 2 dormitorios desarrolladas en 4 edificios de 42 unidades cada uno, además incluye chocheras subterráneas y piletas de natación.
Los vecinos del concurrido balneario, preocupados por la inminente destrucción de los médanos y la inacción de quienes deberían fiscalizar emprendimientos de tal magnitud, comenzaron a realizar presentaciones ante organismos municipales y provinciales y a movilizarse para proteger el ecosistema costero.
“Todo este conflicto se inicia a raíz que la Municipalidad aprueba, en principio temporalmente, que un mega emprendimiento inmobiliario se instale en los últimos médanos vírgenes de Villa  Gesell. A partir de que las maquinas empezaron a cavar para iniciar la construcción, los vecinos comenzamos a preguntarle al Concejo Deliberante de qué se trataba el proyecto y fuimos al Municipio a pedir explicaciones al Secretario de Planeamiento de Obras Públicas”, expresa Daniel Fernández, vocero de la Asamblea Ciudadana en Defensa del Médano Costero.
En la página web del emprendimiento Mandalay, anuncian que “se prevé el desarrollo de un proyecto de inversión, bajo la modalidad de Fideicomiso Inmobiliario, cuyo desarrollo versará sobre un Condominio, conformado por la  construcción de 4 complejos urbanísticos residenciales de primer nivel  con una superficie total aproximada de 2.1000 metros cuadrados”. Sin embargo, aseguran que se cuidará “la perfecta armonía e integración ecológica con el entorno, para no producir ninguna ruptura ni deterioro del paisaje circundante”.
El 7 de junio, los vecinos  presentaron ante el Honorable Consejo Deliberante de Villa Gesell un escrito mediante el cual solicitaban los planos de obra aprobados de acuerdo a la normativa vigente y el estudio de impacto ambiental del emprendimiento. Además, exigieron que se les informe la fecha de la última fiscalización y si existía en trámite alguna causa contra el emprendimiento Mandalay. Luego de reunirse con la Comisión de Turismo y Medio Ambiente y con el secretario de Planeamiento Obras y Servicios Públicos, el Arquitecto Luis Castellani, se logró comprobar que el emprendimiento no contaba con los Planos de Obra Aprobados, ni con el debido Estudio de Impacto Ambiental.
“Al ver que no teníamos respuestas de ningún organismo, un grupo de vecinos junto con algunos guardaparques municipales y ambientalistas, nos movilizamos hasta el médano y pusimos el cuerpo delante de las maquinas impidiendo que continúen la extracción de arenas”, manifiesta Fernández.
A finales de junio, el Juez Marcelino Escobar del Departamento Judicial de Dolores, interpuso una  medida cautelar para que se detengan las obras, solicitada por el Centro de Orientación y Defensa al Consumidor (CEODECO), una asociación civil sin fines de lucro de Villa Gesell.  Los vecinos consideraron que se trataba de un avance, pero que al no ser una medida definitiva, debían continuar con la lucha por la preservación de las dunas costeras. “Nosotros hicimos varias denuncias en distintos organismos provinciales y nacionales, en la OPDS -Organismo Provincial para el Desarrollo Sostenible de la Provincia de Buenos Aires-, en al Fiscalía General de la Nación también, y finalmente  se acercaron hasta el médano costero peritos y representantes de la Fiscalía. Vinieron, tomaron fotografías y se las llevaron para evaluar, no sabemos cómo sigue ese trámite, nosotros lo que tenemos pensado hacer próximamente es una denuncia”, adelanta Fernández.



40 noches en el médano

Los vecinos mantienen hace más de un mes un acampe en el médano con el objetivo de frenar las obras del emprendimiento hotelero. Luego de varias semanas de pernoctar en la costa, comenzaron a realizar charlas informativas y actividades culturales y artísticas para advertir a la comunidad de Gesell acerca de la importancia de preservar el sistema de dunas costeras. Luego de varios abrazos simbólicos al médano, recitales, clases abiertas de yoga y charlas debate sobre el ecosistema costero, se conformó la Asamblea Ciudadana.
“Desde el 5 de junio estamos instalados en el médano manteniendo un campamento, Al principio nos resguardábamos en las casas próximas y después la gente se fue solidarizando y nos fue alcanzando cosas, un vecino trajo leña, otro trajo una carpa y así nos fuimos equipando. Además recibimos colaboración de la gente que se daba cuenta de lo que estaba pasando y lo que estábamos haciendo”, cuenta Daniel Fernández.
Mucha fue la gente que se acercó al acampe para informarse y adherir a la causa. Si bien comenzaron siendo un pequeño grupo de vecinos, las últimas asambleas fueron multitudinarias.  “El acampe lo que está asegurando que el tema continúe, nosotros la primera vez le pusimos en frente de la maquina y le dijimos ‘no’. Otras veces que intentaron entrar, llamamos a la policía y los sacaron”, explica el vocero. Además, la permanencia de los vecinos en la playa impidió que se alambre la zona, ya que la empresa había corrido los mojones a 50 metros del mar. En este sentido, Fernández señala: “Está todo el predio alambrado, hay dos hectáreas de playa y lo que se ve es un alambre de 1.80 metros de altura, con postes cada 5 metros, con 4 garitas policiales, guardias de seguridad y perros. O sea es una cosa increíble, en Villa Gesell nunca se vio esto”.
Los reclamos de la Asamblea no radican únicamente en que se quite el alambrado, ellos piden que se paralicen definitivamente las obras. “Queremos que se respete la altimetría natural del relieve de la playa y si para eso hay que expropiar este lugar, que se expropie”, aclara el vocero.



La Asamblea Ciudadana reunida en la playa (Facebook "En defensa del médano costero")

Los médanos, reservas de biodiversidad costera

“Para Villa Gesell y toda la costa, las dunas costeras son una parte esencial, todavía no hemos cobrado consciencia de lo que significa que se rompa el cordón de dunas costeras que protegen al continente de las tormentas, de la entrada del mar. Si el mar pudiera entrar, como ha pasado en otros lugares de la costa atlántica, esa agua salada se incorporaría a las napas de las aguas dulces y se contaminarían las reservas para consumo humano. Es una locura lo que se quiere hacer”, expresa Daniel Fernández.
Según el manual “Dunas costeras de la Pampa Austral. Biodiversidad, ecología y conservación”, realizado por investigadores del Proyecto Costas Bonaerenses -dedicado a describir las características naturales de los ecosistemas de dunas y playas del sur de la región pampeana y alentar su conservación-, las dunas son la defensa natural de la costa frente a los eventos erosivos del mar, amortiguando la erosión del oleaje y las mareas extraordinarias. De esta manera, brindan protección a las comunidades humanas que habitan la costa y generan el hábitat necesario para muchas especies de plantas y animales nativos. Actúan de “manera irremplazable” en la preservación de la biodiversidad costera y filtran y  almacenan agua dulce en profundidad, de la cual se abastecen las poblaciones humanas residentes en la costa.
Según este informe, la principal amenaza sobre los hábitats y la biodiversidad en los ecosistemas de dunas es el avance invasivo de la urbanización y el excesivo desarrollo de las prácticas forestales, ya que “fijan los sedimentos produciendo desbalances en su ciclo de transporte, fragmentan y restan superficie a los ambientes naturales, afectan el acuífero y son causa de ingreso de especies exóticas invasoras”. En este sentido, los investigadores advierten que “proteger el sistema de dunas en su estado natural, garantiza que se preserven sus valiosas funciones y su diversidad biológica”.
El informe indica que aunque los ecosistemas naturales de la costa atlántica bonaerense enfrentan una crítica situación debido al avance de obras humanas que los fragmentan y modifican severamente, este sector aún mantiene un buen estado de conservación y alberga riquezas naturales “que merecen la implementación de efectivas medidas que los protejan”. Los investigadores manifiestan que se han censado más de 100 especies de plantas terrestres nativas y otras tantas de aves marinas, playeras y de pastizal, entre las que citan especies migratorias, vulnerables y amenazadas,  además de mamíferos, reptiles y anfibios, de los cuales algunos sólo habitan esta parte del mundo.
Las creativas manifestaciones de la Asamblea (Facebook "En defensa del médano costero")

Aportar un granito de arena

A pesar de que rige una medida cautelar que paraliza las obras del emprendimiento, Mandalay anuncia en su sitio web el lanzamiento de la preventa de la primera etapa del proyecto: “Esta etapa comenzará su construcción luego de temporada estival y durante un periodo de 24 meses se finalizará con el primero de los cuatro módulos del proyecto: Mandalay Aqua, que incluye la construcción de 48 unidades cuidadosamente proyectadas destinadas a aquellas personas que quieren disfrutar sus vacaciones en total armonía con el ambiente y en un lugar único”.
Es por eso que la Asamblea Ciudadana no baja la guardia, continúa sesionando semanalmente y trabajando en comisiones. Las reuniones son cada vez más numerosas y se vive un clima de alegría por los logros conseguidos hasta el momento. Los domingos,  un centenar de vecinos se acercan hasta el médano de 310 y la playa para debatir, evaluar  y decidir acciones.
En las últimas reuniones se acordaron dos puntos importantes: por un lado continuar con el campamento que da presencia al reclamo y por el otro, realizar una presentación  desde la Asamblea, solicitando un nuevo amparo judicial. Además, los vecinos reafirmaron que el reclamo es pacífico y que el objetivo es la paralización definitiva las obras de Mandalay sobre la duna costera. Denunciaron también, que la vegetación que cubre la duna sigue siendo talada por los guardias de seguridad de Mandalay y se  renovaron los cuestionamientos sobre la legalidad de la empresa de seguridad, de la cual no se conoce ni el nombre, ni el numero de registro y cuyos guardias no están identificados.
En este sentido, la Asamblea exigió al Gobierno Municipal que designe un responsable del área de medioambiente, “una persona capacitada que oriente políticas tendientes a solucionar los graves problemas ambientales de la ciudad y que pueda ser interlocutor de los vecinos movilizados por estos temas”.  “Como Asamblea Ciudadana vamos a presentar un recurso de amparo, hicimos un listado de los problemas ambientales de Villa Gesell y estamos pidiendo al Municipio que nombre un Secretario de Medioambiente porque en Gesell no hay políticas medioambientales”, agrega Daniel Fernández.
Hace algunas semanas los vecinos editaron un material educativo para concientizar sobre la importancia de preservar el médano y empezaron a realizar charlas informativas a cargo de geólogos y biólogos. Con iniciativa y perseverancia, cada domingo en asamblea se renuevan las energías para defender “con fuerza y alegría” el medioambiente costero.





                       En Linda Bay en el ingreso y egreso a la playa.
Cerraron la calle sin permiso del municipio.(???) Es una calle pública.
Una de las pocas entradas y salidas de ambulancia.

Se adueñaron de la calle.????
                                                         De la playa!!!!!?


El verdadero progreso Por Luis Castelli 

Hasta hace unos años, desde aquí se veía el mar. Bandadas de aves anidaban cerca de la orilla, entre las dunas. Resultaba enormemente placentero verlas en esa parte encharcada de la playa, jubilosas, capturando insectos como de adentro de un espejo.

Era uno de esos lugares adonde se iba a descubrir estrellas y a contemplar la luna llena saliendo del océano. Después, los hoteles se instalaron sobre la arena, lo que había estado prohibido hasta aquella medianoche en que el intendente y unos concejales dejaron de tener fe en esa limitación. La costa, desfigurada por la presión inmobiliaria, es ahora la senda por donde pasan cuatriciclos en ráfagas ruidosas para perderse entre los médanos, como buscando algo que nunca aparece. Aquella atmósfera de encanto fue reemplazada por construcciones grandilocuentes que contribuyeron a destruir su carácter y a expandir una luz venenosa, más propia de una autopista o de una fábrica. Es el progreso, dicen.

No diré a qué lugar corresponde esta descripción. Vale para muchos, demasiados. Pues esta patología se expande entre un número creciente de bellísimos sitios que carecen de una planificación orientada a resguardar de manera adecuada sus valores esenciales. Aunque la gente que allí habita está hondamente marcada por las características del medio, es usual que surjan proyectos de infraestructura que ignoren y hasta promuevan valores sin relación con la comunidad ni con el espacio que la rodea. Se trata, por lo general, de propuestas ideadas por personas que no viven ni vivirán allí, pero que aseguran que no es posible detener el progreso, que es irremediable. Están allí para hacer un negocio, no para fortalecer la emoción estética que el sitio genera. El progreso -según entienden- puede exigir resignarse a perder algo indispensable. Es la creencia en el "mal necesario", a la que se agrega algo particularmente destructivo: quienes tienen a su cargo la administración del área suelen percibir sólo las ventajas y no los riesgos de incentivar emprendimientos agresivos con el entorno. Parece la abolición de cualquier integración de los proyectos individuales en un programa colectivo.

¿Podríamos llamar "progreso" a aquello que se consigue a costa de los valores de una comunidad y su calidad de vida? El progreso conduce a una mejora en el bienestar, pero su esencia excede al despliegue de infraestructura, la generación de fuentes de trabajo para la mano de obra ociosa o cualquier respuesta coyuntural que busque paliar una crisis. Tampoco debe confundirse el progreso con la rentabilidad. El verdadero progreso contempla la defensa de los valores que cada comunidad ha elaborado en armonía con su hábitat.

Una de las causas que desencadenaron tantos conflictos ambientales se relacionan con la idea de que el mero cumplimiento de las normas -a menudo escasas en materia de planificación- garantiza la legitimidad de un proyecto. Porque éste, además, debe recibir la escurridiza aprobación de la comunidad local, esa licencia social que les otorga legitimidad. La indiferencia hacia estos aspectos ha sido causa de numerosos e importantes conflictos. Y lo seguirá siendo en el futuro. Subestimar problemas de esta naturaleza no es sino el resultado de un pensamiento que no sabe más que moverse por intereses puramente circunstanciales que pretenden sólo ganancias inmediatas.

Entre las razones de estos conflictos se encuentra la ausencia de una planificación que permita establecer cómo quiere la comunidad disponer de su territorio: en qué lugar quisiera qué. La planificación estratégica brinda el marco para el desarrollo de un territorio (sea éste una provincia, un municipio, una región), estableciendo las metas que guiarán la forma de conseguir el progreso buscado. Esas metas, discutidas de modo participativo con todos los sectores de la sociedad, permiten preservar el carácter del sitio y hace que los ciudadanos canalicen sus preocupaciones y sugerencias en forma inteligente a través de un proceso edificante, que fortalece la tan debilitada cultura cívica y, al mismo tiempo, limita la posibilidad de adoptar decisiones con fundamento en urgencias coyunturales que pudieran impactar de manera irreversible en el carácter y los valores locales.

Resulta inadmisible que aquello que la comunidad valora y busca legítimamente proteger pueda desmantelarse mediante una decisión inadecuada. La belleza de esos espacios responde a la relación entre las características naturales y un conjunto de valores -históricos, culturales, etcétera- forjados a través del tiempo con esfuerzo y gracias, seguramente, a mucho talento. "Bello es lo que el tiempo no hace vulgar", decía Juan Ramón Jiménez. Sin embargo, para destruir esa belleza basta a veces el acuerdo entre unos pocos interesados. La única garantía para que esto no ocurra es contar con una planificación adecuada que refleje los valores y la voluntad de la comunidad.

Konrad Lorenz, etólogo distinguido con un Premio Nobel en 1973, solía destacar que entre quienes deben decidir si se construirá una calle, una usina o una fábrica que destruirá para siempre la belleza de todo un amplio paisaje, las consideraciones estéticas no juegan papel alguno. Parecería que, desde el intendente de una pequeña comunidad hasta el ministro de Economía de un gran Estado, existe una total unanimidad de criterio en cuanto a que la belleza natural no merece sacrificio alguno de orden económico ni político. Por eso, cuando no se cuenta con una planificación adecuada, es necesario que la ciudadanía se involucre activamente ante cada caso que pudiera poner en riesgo el carácter de un lugar. Es el sentido de porvenir lo que impulsa ese accionar, a menudo colmado de adversidades: de allí que no exista fuerza más grande que la oposición de una comunidad a una propuesta que atenta contra sus valores esenciales. Y en esas circunstancias, las autoridades y los intereses que buscan doblegar semejante fuerza saben, en lo más profundo, que están haciendo algo ilegítimo.

No es imprescindible involucrarse y participar porque un sitio sea bello: hay que hacerlo para que siga siéndolo. Quizá deberíamos comenzar a comprender que el progreso se alcanza solamente cuando todo nuestro patrimonio, natural o cultural, permanece a resguardo y no sucumbe a intereses económicos o lealtades políticas. Plantearse con anticipación y de modo integral hacia dónde se desea crecer probablemente constituya una mejora para que el verdadero progreso se torne realidad. Tal vez así puedan evitarse los profundos desencantos que generan los proyectos sustentados en la engañosa identificación del progreso con un mal necesario o inevitable.

El autor es director ejecutivo de la fundación Naturaleza para el Futuro

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